Hoy, inmediatamente después de abrir mis ojos, me recordó cuanto me ama.
Cuando encontré todas mis cosas en el lugar preciso en que las dejé, me lo susurró una vez más.
Me lo dijo cuándo alcé mis ojos al cielo, y mis manos y pies se movieron con libertad.
Al tomar un nuevo aliento, y viendo que no me faltó ni el alimento, me lo confirmó.
Me lo insinuó cuando comprobé que mis seres queridos están sanos, vivos y felices por un día más.
Hace mucho tiempo se me apareció el Señor y me dijo: «Con amor eterno te he amado; por eso te sigo mostrando mi fidelidad (Jeremías 31:3)
Cada día me lo ha dicho una y otra vez, a través de pequeños detalles y de mensajeros fieles, solamente para renovar en mi corazón su gran amor.
Cada vez que me concede oír su voz, ya sea con suavidad o con dureza, sé que lo hace por mi bien.
Mi vida, no tendría sentido si no pudiera escuchar esas palabras precisas con las que vuelvo a la calma, y que solo pueden venir de su boca.
Estoy agradecida y feliz por su misericordia y su amor que es tan inmenso que alcanza para mí y para ti.
No puedo dejar de decirle lo agradecida que estoy hacia Él y por eso, anhelo que Él vea en mí el mismo amor, profundo y sincero, hacia él y su creación, aunque no se compare con el suyo hacia mí.
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