Pasan las horas, los días, incluso los meses, mientras vemos lo doloroso que es el esperar algo o a alguien sin tener claro con qué propósito lo anhelamos, como es el caso de Nana Komatsu, conocida como Hachi.
Hachi es una chica amable y algo impulsiva, que logra ganarse el aprecio de las personas con su amabilidad, pero en su estilo de vida tan tranquillo, nunca estableció metas claras para su futuro profesional, económico, sentimental ni interno (carácter/ personalidad/ identidad) Lo cual, le ha causado un gran vacío en su vida que no ha logrado llenar, por esa razón, cuando conoce a cualquier chico amable o que le halaga, siente una especie de “amor a primera vista”. Equivocándose una y otra vez en su búsqueda. Y así nos pasa muchas veces.
En el presente, todo es tan impersonal, virtual y fugaz que nuestros corazones necesitados de cariño y admiración, tan vacíos y solitarios, buscan un refugio en cualquier gesto amable, en una sonrisa o una palabra que nos haga sentir apreciados, hasta llegar a esa rutina agradable de hablar a diario con alguien y sentir que se preocupa por ti.
Pero, es tan triste, como estamos tan faltos de identidad y amor propio que cerramos los ojos a nosotros mismos, a tal punto, que nos menospreciamos, y entonces, cuando aparece alguien diciendo “buenos días” “eres muy amable” “me gusta hablar contigo” etc. Es fácil ceder sin importar nada, y a la larga, parece que “nos sirve cualquiera” con tal de sentirnos queridos, y en ese sentido, no nos tomamos ni un minuto para pensar en lo que hay dentro de la mente, el corazón y el alma de esa que a primera vista es una “buena persona”. Quizás esas carencias sean las que nos hagan tan confiados y ciegos ante la realidad y nos hagan querer volar más alto de lo que podemos.
Que difícil se hace todo cuando nos olvidamos de Dios y sus consejos “Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. (Proverbios 4:23) No demos el corazón al cualquiera, mejor reconozcamos que es un bien invaluable que debemos amar tanto que consideremos indigno a cualquiera que sin consciencia de su valor intente tocarlo e incluso dañarlo.
-Shino-
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