En ese entonces, simplemente, pensaba en que el cuerpo de una persona fallecida era enterrado varios metros bajo tierra, para luego descomponerse, volver a ser parte del ecosistema, como dice el libro de Génesis: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” (Génesis 3:10 RVR1960)
Esos pensamientos, más adelante me ayudaron a comprender un poco mejor el tema de la muerte y a superar la pérdida de mi abuela. Me hizo darme cuenta que, la existencia física termina con la muerte, pero lo realmente importante del ser humano, el alma misma, vuelve a Dios, a quien le pertenece. Eclesiastés 12:7 dice: “Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.” Estoy agradecida de comprender esto y no pasar cada año frente a una tumba creyendo que allí esta ella, cuando en realidad, su esencia, su alma, lo valioso de su ser, está en un lugar diferente.
La Palabra de Dios está llena de consuelo, fortaleza y esperanza, para quienes afrontamos este tipo de situaciones, veamos algunos puntos importantes:
* NO ESTÁ MAL LLORAR: “Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días” (Génesis 37: 34-35) No hay forma de saltarnos la etapa de duelo, es necesario desahogarnos. En algunos casos hay culpa, impotencia y muchas preguntas sin respuesta, pero es importante este tiempo para comprender que sentimos, que amamos, y que esa es la razón del dolor. No somos de piedra y sabemos que para Dios no está mal que lloremos, porque hay “Tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de lamentar y tiempo de bailar” (Eclesiastés 3:3)
* TENEMOS UN DIOS MISERICORDIOSO: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” (Lamentaciones 3:22-23) Esto es importante, para recordar nuestra posición como seres que deben reverencia y gratitud a Dios. Pues en momentos difíciles, parece que lo viéramos más pequeño que nosotros y le gritamos en su cara: ¿Por qué haces esto? ¡No tienes derecho! ¡Eres cruel! ¡Es mío, no te lo lleves! El dolor nos ciega y olvidamos quien es el Señor aquí. Debemos mirarle como el Proveedor de nuestro consuelo, como el Soberano que tiene el control, como el Dios que por su bondad nos regala un día más de vida, y no como alguien igual a nosotros, seamos reverentes a Él y agradecidos por el tiempo que nos da para vivir y compartir. No guardemos enojo ni quejas, lo mejor es exponer lo que hay en nuestro corazón ante Él con reverencia.
* LA MUERTE ES PARTE DE LA VIDA: “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.” (Eclesiastés 7:2) Comprender que nadie posee la eterna juventud y ser consciente de que todos envejecemos, enfermamos y morimos, hace que valoremos más nuestra existencia y lo que hacemos con ella mientras vivimos.
* LA COMUNIÓN CON DIOS DA FORTALEZA Y CONSUELO: “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido.” (Salmo 119:92) Seguramente el autor de este Salmo, ya había leído las historias de Jacob y David y como afrontaron sus pérdidas, enfocándose en las promesas y palabras de consuelo que Dios les había dado. De esa forma, podía decir confiadamente que la Palabra de Dios le ayudó a sobrellevar la aflicción. Aún en los casos en que alguien nos arrebata la vida de un ser querido (por ejemplo en ataques terroristas o asaltos), la Palabra nos consuela diciendo que Él juzgará y pagará, que no busquemos venganza sino que dejemos ese dolor en sus manos. (Romanos 12:19).
* ÉL QUIERE CONSOLARNOS: En el evangelio según Mateo, encontramos muchas ocasiones en que Jesús lloró, se lamentó y tuvo compasión de quienes habían perdido un ser querido, Él no es ajeno a nuestro dolor, todo lo contrario, promete darnos consuelo y paz indescriptible: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Mateo 14:27) es decir, que a pesar del luto o las situaciones inesperadas, Él nos dará paz, el moldeará nuestro espíritu para mantener la calma aún en esos casos.
* LA FE EN CRISTO ES NUESTRA ESPERANZA: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.” (1 Tesalonicenses 4:13-14) Si tenemos la seguridad de que ese familiar pudo conocer y aceptar el mensaje de salvación por medio del sacrificio de Jesucristo, creemos que tendrá la vida eterna; y nosotros, los que hayamos creído, también tendremos esa esperanza y la seguridad de que nos veremos nuevamente en la eternidad, donde “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:4)
Estos seis puntos fueron importantes para que yo pudiera superar mi pérdida, acercarme más a Dios y recuperar la paz de mi corazón.
También aprendí que al final, es inevitable el dolor de la ausencia, pero es completamente reconfortante saber que hay una esperanza de volver a verle y compartir con la esencia de su ser, lejos de lo que es solamente un estuche perecedero que se queda en esta tierra “Porque sabemos que, cuando muramos, Dios nos dará vida, así como lo hizo con Jesús, y que después nos llevará con Él.” (2 Corintios 4:14 TLA)
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