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Solo en BUENA TIERRA la Palabra dará Fruto



Quizás has escuchado varias veces la parábola del sembrador de Lucas 8:4-15, en la Jesús hablaba de cuatro terrenos diferentes: El que está junto al camino, el terreno con espinos, el pedregoso y la buena tierra. Por distintos motivos los primeros tres terrenos no servían para que la semilla fuera bien plantada y diera fruto, y para eso, solo la buena tierra serviría.

A partir de ese punto, muchos nos han dicho que solo en un corazón de buena tierra el Señor puede plantar la palabra y hacerla dar frutos de fe, amor, gozo, etc. Lo cual es totalmente cierto, pero quizás se ha convertido en una forma de desanimar y descalificar a las personas, explicando que:


- El terreno del camino es muy duro, la palabra no entrará en él y el diablo se la quitará.

- En el terreno donde hay muchas piedras (preocupaciones) la palabra no puede echar raíces.

- En el terreno con espinos (riquezas y placeres de la vida) la palabra no dará fruto.

- Y solo la buena tierra que son quienes retienen la palabra y perseveran en ella darán fruto.


Pero hoy tengo una buena noticia partiendo de lo que entendí mientras estaba oía esa enseñanza. Ciertamente solo en la buena tierra la palabra de Dios será fructífera, pero lo que no sabías es que cualquiera puede convertirse en buena tierra.



Nadie nos había dicho que, si éramos duros como el terreno del camino a causa de todos los que han pisado nuestro corazón, podríamos ser ablandados, permitiéndole al Sembrador que trabaje en nosotros hasta ser terreno apto para recibir la semilla.




Si nuestro corazón está lleno de preocupaciones como el terreno pedregoso, debemos identificar cuales son esas preocupaciones que entorpecen el terreno de nuestro corazón y sacarlas de nuestra vida, así estaremos listos para recibir la semilla de la palabra






Si nuestro corazón está rodeado de espinos que nos generan falsa seguridad (riquezas, reconocimiento, estabilidad laboral, etc.) es necesario identificar porqué estas cosas nos están invadiendo la mente y el corazón, y empezar a cortar con esa idolatría hacia lo terrenal entendiendo que solo lo que tengamos en la eternidad será lo que permanezca al final y de esta forma podremos abrirle paso a que la semilla de la palabra sea plantada en nuestro corazón.



No importa que clase de terreno eres ahora. Nunca es tarde para limpiar ese corazón que tienes y dejar que sea transformado en buena tierra donde la palabra pueda dar fruto abundante.


-Shino-




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