A veces la gente cree que por ser cristianos y tener una fe firme en Jesús, entonces somos de piedra y “No deberíamos tener crisis o malos momentos”, pero no, somos humanos de carne y hueso, y también sentimos y pasamos por las mismas cosas que cualquier otra persona, la diferencia es que no nos sentimos solos, y un ‘bajón’ no nos detiene o se convierte en algo permanente.
En mi caso, sé que paso muchas crisis de ansiedad por cosas que no puedo controlar, o que he esperado mucho y eso llega a desanimarme. Yo sé que tengo este problema emocional que resolver y Dios también lo sabe, por eso me dio una revelación que me ayudaría a manejar mis emociones y mantener mi fe y mi animo al 100%, y quiero compartirla contigo.
¿Te has puesto a pensar en este escenario? En el capitulo 2 de Josué, los espías de Israel enviados a reconocer Jericó entraron a casa de Rahab y prometieron volver a rescatarla, lo cuál le dio un rayo de esperanza y un gran entusiasmo.
Imagino que pasaron los días, ella se asomaba cada mañana y cada tarde a su ventana a ver si ya venían a rescatarla, pero no había noticias de ellos. Y de pronto, (Josué 6) un día se asoma a la ventana y ve venir a los israelitas en formación, unos armados, otros cargando un arca de oro y unos más con trompetas en sus manos… La imagino saltado de emoción frente a su ventana, pues su fe ha sido renovada. Pero ve que Israel no ataca, sino que tocando trompetas de victoria empiezan a rodear Jericó. Tal vez están buscando una forma de entrar -pensará ella-, pero no, luego de dar una vuelta completa a la ciudad, se alejan en silencio perdiéndose en el horizonte y dejándola completamente confundida.
Al día siguiente regresan en la misma formación y ella pensará: Seguro lo de ayer fue un ensayo, hoy si vienen por mí. Pero no, ellos rodean la ciudad una vez mas y se alejan, dejándola un poco dudosa de si cumplirán su palabra. Israel hizo este mismo recorrido alrededor de Jericó durante cuatro días más. No sé, quizá Rahab en el día 5 o 6 ya se sentiría algo desanimada al no entender nada, ni ver en ellos intención alguna de tomar la ciudad y salvarla a ella.
(Sinceramente, yo la entendería perfectamente, a veces esperar algo con gran expectativa, por días me daría ansiedad, incluso esperar meses o años podría desanimarme un poco.)
El séptimo día Rahab se asoma a su ventana ya con poco ánimo, solo para ver si volverían o no, efectivamente, ahí vienen de nuevo, pero esta vez no se van después de la primera vuelta, sino que dan siete vueltas. (Creo que este hecho además de probar la fe de Israel, intenta avivar la fe y el ánimo de Rahab.) Y después de tantos días dando vueltas sin decir nada, ella los oye dar un gran grito de victoria, (yo imagino su fe volviendo a arder como hoguera dentro de ella mientras ve los muros caer ante sus ojos y a los israelitas avanzar con firmeza.) Quizás ella ahora está saltando, como el primer día, y llorando de felicidad dándose cuenta que la espera valió la pena. Y Dios honró su fe, más allá de sus momentos de ansiedad y desanimo.
Luego de que Israel obtuvo la victoria, Rahab y su familia fueron adoptados en el pueblo santo de Dios, su pasado de prostituta quedó atrás junto con las ruinas de Jericó y ella pudo extender sus manos hacia un prometedor futuro al lado de un hombre de fe que Dios puso en su vida como “bonus” además de la redención que ya había recibido por su fe.
Estoy tan fascina con esta revelación que estoy quebrantada hasta las lagrimas, siento que es Dios abrazándome y diciéndome entiendo tus momentos difíciles, pero no dejes que tu fe se apague del todo, descansa en mí, deja tu ansiedad y desanimo en mis manos y serás reavivada como nunca antes.
-Shino-