Casualmente, hoy me encontré viendo la película de Angry birds (2016) y cuando me di cuenta ya la había terminado toda -jaja-. Quizás el tiempo pasó volando porque tenía escenas graciosas, pero encontré una aplicación espiritual y recordé que en Dios no existen “casualidades”.
(Te pongo en contexto,) sucede que todas las aves viven en una isla tranquila y llegan unos cerdos verdes que con engaños roban todos sus huevos (polluelos). Todos los habitantes se quedan conmocionados sin saber que hacer, pero Red quien desde el principio estaba incómodo con la llegada de los cerdos que incluso destruyeron su casa en el muelle, toma el liderazgo y guía a su pueblo a hacer todo lo posible por traer de vuelta a sus huevecillos, aunque Red no era alguien a quien la gente apreciara, él no se preocupaba por eso, sino que estaba decidido a devolver la paz a todos, y juntos lo lograron.
A cambio, sin saberlo, todos le dieron una nueva casa en el centro de la isla como muestra de agradecimiento.
Esto me recordó Filipenses 2:3-4:
“No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros.”
“Hace años me dijeron procura orar y ayudar a otros y Dios se encargará de tus asuntos” lo he vivido muchas veces y hoy pude verlo claramente en esa escena. Red no esperaba nada a cambio, pero sus necesidades fueron atendidas mientras él se encargaba de ayudar a los demás.
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